Palabras recientes dichas sobre el óvulo.
“Algunos factores internos poco conocidos del óvulo parecen rejuvenecer el material genético de la célula adulta donante”. Cuando se manipula el óvulo con ADN donante para realizar aquello de las clonaciones. Algo de tan dudosa utilidad, a no ser técnica puesta al servicio de la reproducción de dos mujeres mezclando su material genético para obtener así una auténtica descendencia de las dos.
Se supone que esos cuatro genes activos en la fase embrionaria y silenciosos una vez pasada la misma, que se introducen en células adultas para volverlas a ese estado de indiferenciación fetal de las células pluripotentes inducidas, ese maravilloso descubrimiento que ha puesto a tantos a soñar en este nuevo siglo en lo mismo que los alquimistas desde hace milenios. Milenios, pues Alquimia no proviene ni del vocablo Cheima –Queima, Jeima- griego, líquido que se derrama, libación, ni de su derivado árabe Al-Quimiya, divina obra, sino del más antiguo Egipto, Súmer (Súmer. No nos olvidemos de aquellos kuep que los egipcios mencionaban como un maravilloso país o gentes desaparecidas o de más antigüedad que ellos mismos y en el que algunos han querido ver una alusión a los sumerios), Kmet, tierra negra, su propia tierra vista como ese Occidente, Amenti, el mundo de lo oculto o lugar de los muertos, de la mum momia de la que no se dudaba el que pudiese resucitar aun estuviese negra y consumida como la tierra que se la tragaba o le daban a tragar sustituyéndola por sus vísceras. “La negra”, curioso modo de llamar a su país los egipcios. La negra tuvieron aquellos antiquísimos habitantes de ese lugar del mundo enlazados directamente con aquella extraña civilización que destruyó el cambio climático del final de la última glaciación, la negra tuvieron al ser gobernados por esos faraones que sólo supieron conducirlos desde la superioridad hundida en aquella catástrofe del final de la glaciación a caer en manos de otros imperios criminales tan injustamente gobernados como el suyo, imperio romano y la expansión mahometana.
Y de ese “Kemet”, “la negra” suerte o país, desde luego que de la muerte o de lo oculto, Ament (Amen o Amén, Amenti), la al-kimiya “divina obra”, Cheima o Queima, libación –elixir- química del bíos. Alquimia que vienes del lugar de la muerte, la negra suerte, lo oculto.
¿Eran, son, cuatro genes, o uno, un solo gen, una sola manipulación bioquímica para la cual el óvulo se muestra tan capacitado como los científicos, vuestros cuatro puntos cardinales resumidos en ese Ament, mnt, femenino (de ahí la “Dama del sicomoro”, luego sería “Dama del olivo”, Palas de Eleusis) señores descendientes de aquella civilización desaparecida?
El Amenti o muy occidental óvulo, tierra de la regeneración de tan negra negra suerte que nos tiene a nosotros por su producto, gente tan desmemoriada con cuanto un día llegó a saber… que no volvió a practicar o recordar jamás hasta tantos milenios después, cuando quizá estemos a punto de otro olvido, o desaparición, catástrofe, ¡y sin haber llegado siquiera al pleno conocimiento que nos sitúe, no en, sino a otras dimensiones, dos en lugar de las tres, donde el tiempo desaparezca y el espacio como separación no sea más!