Telómeros: Una vida que es muerte. Ellos lo arbitran

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Si miramos a la insensata célula
en su desorden o entropía,
actos múltiples en honor a la mitosis
efecto pleyotrópico,
honor a la loca carrera hacia su destrucción
(los telómeros –extremo final de los cromosomas- le dictan sólo un nº determinado de reproducciones)
más que en nombre de la vida,
¡estaréis viendo al mundo!
Nada es nuevo, ni nada es triunfo;
todo se repite en un fracaso idéntico,
círculo vicioso.
Se parece también a mis letras
este en honor del efecto pleyotrópico:
¿Cuánto me permitirá repetirlas
la exacta función de mis neuronas
hasta que estimen que “basta ya”
que “ya está bien de pronunciarlas
sin que la trampa de la laringe dé caza a lo buscado”?

Esta lujuriante explosión demográfica,
expansión sin propósito,
cáncer ella misma,
aunque la llamen de rimbombante modo
“propiedad fundamental de la vida”,
está exactamente definida
y poco tiene que ver con la vida y su lo fundamental:
“Cuanto más cambia esto más es la misma cosa”.
Efectivamente.
Y del aburrimiento de ser la misma cosa
-desgaste: aburrimiento,
la telomerasa vista como árbitro de eso “que se aburre”-
nace la destrucción o tedio.

“Mantener constante el medio interno”:
Propiedad fundamental de la vida,
que, llamada homeostasis,
no sé por qué relacionada con mitosis, reproducción.
¿Mantener constante el medio interno
debe hacerse a expensas de los cambios
propiciados por la mitosis arbitrada por los telómeros,
o será más la misma cosa si no cambia,
si el telómero ni se estrena en su función de árbitro?
¿Será más esto la homeostasis mencionada?
El centro de todo movimiento es un lugar en calma.

Seamos fieles a los significados.
Homeostasis: Detención en lo semejante.
Detengámonos. No quiere decir: Reproduzcámonos.
Deteniendo la monotonía de los cambios del efecto pleyotrópico
no aburriéndonos ya más por ahí,
seremos “otra cosa distinta”
lejos de la destrucción o tedio…
cuando menos cambie esto.