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Dicen Pauwles Bergier en su “El retorno de los brujos”: “Hay que desconfiar de las imágenes. Sirven para transportar a un nivel de conciencia más bajo la idea que sólo puede respirar a otra altura”.
Estamos de acuerdo, para cuando la “idea” pertenezca a un nivel de conciencia más bajo, que ella, o su formulador, en su soberbia, se piense que más alto; esa pobre idea, entonces, no puede sino degradarse más si expresada o “iluminada” por imagencitas. Pero si de veras llevados o llegados a un nivel de conciencia más alto, ¿cómo no coincidirían ojo y voz? La imagen y la palabra dando cuerpo a la idea serían una en su perfección. ¿Qué mejor cuadro o fotografía que aquel que nos expresa toda una historia? ¿Qué mejor palabra que la que pueda resumirse en una imagen, a ese paisaje nos transporte? …Si estas palabras pudiesen hacer una panorámica sobre la inmortalidad y mostrarnos esa edénica maravilla aun encarnando en esta imagen de la locura de la célula en su a la inmortalidad por el me repito o el me particiono.
Niels Bohr dentro del sol, es una perfecta imagen resumen de lo que fue para la naciente ciencia del átomo, significado por esa imagen ese sueño…
Y a mí se me van las imágenes a otra de otro sueño mío: Una llama en los Andes, arrojada, o ella sola se metió en el centro de una hoguera para buscar “algo”. Y ese “algo” resultó la inmortalidad que la llama misma engullía al hacer lo mismo con el centro de esa hoguera en la cual estaba ardiendo sin remedio y con resultado de muerte. Pero al fin la hoguera y la llama, animal, eran una sola cosa; y la llama: inmortal.
Y pienso en los significados físicos del monopolo magnético que introducimos en la fábula sueño cap. anterior: Algo que probaría la existencia de polos magnéticos por separado sería precisamente la mortalidad y de toda la materia, condición de efímero o desintegración del mismísimo protón, esa partícula prácticamente inmortal dados los tiempos inimaginables que tardaría un solo protón en desintegrarse. ¿Prueba de la mortalidad de todo el Universo el “éste vence a éste” que sería un polo magnético logrando la proeza de aislarse de su inseparable sombra? Desde luego que la muerte el mal el dolor habrían acabado, si todo, si todo concluido que expiraría Cristo en la cruz.
Pero buscamos una prueba de la inmortalidad como aquello que buscaba la llama de mi sueño dentro de la hoguera en la que moría o ardía, pero al fin ella era aquello mismo que parecía procurarle la muerte, y vivía de ser aquello mismo.
¿El protón se desintegra, pero vive más o de su verdadera condición de inmortal, mediante aquello mismo que su desintegración procure y no precisamente ese monopolo, que ello es únicamente prueba de que esto podría ser así? ¿Qué desintegraría el protón, inseparables quarks, vosotros también inseparables como los polos magnéticos ahora? Ese calor primigenio, horno alquímico, athanor del principio de todo.
Cuarks separados, cargas eléctricas fraccionarias entonces libres, monopolos magnéticos en completa libertad de formar pareja o no… Un panorama electromagnético muy distinto al contemplado hasta hoy incluso por la ciencia del átomo que tanto tuvo que refreír, o meter bajo la alfombra a Maxwell y el electromagnetismo para hacerlo casar con lo observado por la incluso emergente ciencia del átomo.
“El hombre dentro del sol”, a pesar de su logro espectacular que le llevaría a pensar que había cumplido su sueño de estudiante, y la llama de los Andes dentro de la hoguera buscando “algo”, ¡cuánto tienen que buscar todavía! Pobre mi llamita todavía ardiendo y sin consumirse.
A 2010
pensamos que
¿Y si la soñada imagen en lugar de una célula o un simple y cualquiera campo magnético, fuese el campo magnético por excelencia: El Universo entero, si esos caminos del huso, o líneas de campo fuesen la espectacular “red de Indra” de la recién descubierta estructura del Universo en filamentos de galaxias materia oscura contorneando vacíos espantosos? Un Universo que se constriñe por su centro como una vulgar célula, las galaxias intentando anular los vacíos mortales entre ellas, apiñándose, incorporándose a un campo electromagnético no cancelado, o dirección preferida por la radiación en el Cosmos que configura un a modo de eje universal, fenómeno analizado y puesto al descubierto en los años noventa y recientemente bautizado como “eje del mal”. “Del mal” pues puede mandar al carajo tantas de las teorías aceptadas, no sólo los preciados big-bang y lo que se considera su prueba, inflación, sino al carajo hasta al mismísimo Einstein y su geométrica gravedad que se olvidó de todos los ejes a pesar de sus curvaturas.
¡Estaría bueno que el Universo se constriñese y dividiese como las partenogenéticas amebas o protozoos, nada de explosivos big-bang y sus arterías!
Nos entran ganas de gritar: ¡A los ricos Universos paralelos que estuvieron siempre, y estarán en éste! ¿Se parte o divide en dos y más, harto del peso de tanta tontería humana, ya terrestre o extraterrestre, que contiene?
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