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El tono profético es el auténtico tono poético, un tono de versículo de Biblia, un tono venido desde las profundidades o alturas del espíritu. Lo malo en lo bueno comprendido, como la enfermedad rodeada por la placa curativa, así es el espíritu, efecto perla, corona boreal bordeando una Tierra en sombras, la oscuridad la ignorancia cercada de la luz de la ciencia. Y lo poético es el tono único que el oficio de escribir consiente, profesión de alma.
Volvamos a las fuentes: Ser profeta era un oficio, como hoy no lo es el ser poeta. ¿Castigo a una desviación? Ser poeta es importar bien poco al mundo. Pero como éste ha de representar su teatro de que no sólo de pan vive, que no sólo de vulgar cultura, se buscan algo afín a ello, poesía, a lo que galardonar de vez en cuando de broche, que ni disimula cuán brochazo, ético o estético para sus sociales estamentos, reuniones. Ser profeta era contar en la sociedad tanto como hoy sobra el ser poeta. Editores o intermediarios del profeta no los había en la antigüedad, así la voz de dios llegaba al hombre entonces. Ahora padecemos de esa orfandad. ¡Nadie es tan insensato como para atribuírsela! Que el que tal hiciese, firmaba su sentencia como profesional de la pluma… ¿Mi caso?
2010
El tono profético es el auténtico tono poético, un tono de versículo de Biblia, un tono venido desde las profundidades o alturas del espíritu.
Tu tono Alejandra, mi tono. Tú, tan carnalidad, que en ella te adentriñaste y como niña en ella te perdiste pensándote loba; yo, tan siempre en las otras esferas, otras dimensiones, otras teorías más allá de la física que todos ven; tan práctica, a lo que importa: Si hay inmortalidad ha de serlo también física, todo uno es, etc. de mis divagaciones más verdad que el Espíritu Santo, ese santo amasijo de almas de lo que una vez fueron los vivos y no sólo nuestra especie… Y ahora esos abismos me dan horror, me causan un físico rechazo, un espiritual espanto; extremo que me debí pensar antes de sumergirme en el, por otra parte, tan claro laberinto de mis convicciones. Más a lo hecho, pecho: Todo mi trabajo me sirvió… para que me entierren. Pues ser profeta era contar en la sociedad tanto como hoy sobra el ser poeta. Pues ser profeta era un oficio, como hoy no lo es el ser poeta.
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