A alguien en este mundo, estos años, yo inspiré en sueños: La última palabra para amar es amor, pues la primera fue siempre JUSTICIA

"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

Solo soy pura rebelión, vino a decir... aunque no sola estás

Vos no está sola. Y esta rebelión se hará. Y no desde la soledad. No desde cuatro gatos somos y por eso nos pisotean. ¡Una ola de Rebelión vendrá que tambaleará los cimientos podridos de estas sociedades!

sábado, 5 de junio de 2010

La Esfinge y los cuatro elementos

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-Si resuelves el enigma
Si me rescatas de las arenas del desierto
serás rey

Esto que consiguiera el Faraón egipcio
y Edipo
y ambicionara Freud,
Quintaesencia, Piedra filosofal perseguida por la Alquimia,
es muy fácil de conseguir…. en sueños.
Por tanto: No dejemos de soñar en la inmortalidad del triunfo o el triunfo de la inmortalidad.
Esa es la sensación que deberán sentir todos los facilitados, o menos, triunfadores. Algo como el sentirse inmortales, reyes de sus propias vidas no esclavizadas a nadie ya que a ninguna adversa circunstancia. ¿Quién tendría los medios en el Egipto de entonces para desescombrar la alzada de 20 metros por los 57 de longitud de la Esfinge, de la arena que la cubría hasta el cuello, si no un faraón, más bien futuro faraón, alguien que puso a una legión de idiotas a desescombrarle, desarenarle, para él los tesoros que aquel monumento contuviese?

Y preguntémonos al respecto de esta historia de la esfinge, y al respecto de los oscuros orígenes de las culturas antiguas -de repente unos labriegos dependientes del lodo de un río y sus inundaciones, alzados cual el primer faraón, Nemrac, ayer pastor y labrador y al día siguiente faraón, ¿qué se encontraría ése en las arenas del desierto que no fue esfinge, o sí, sí lo que contuviese esa esfinge y no promesa de reinar, sino auténtico dominio?; preguntémonos: ¿Cuántos siglos serían necesarios para cubrir de arena hasta la cabeza, lo único que vio el faraón, supuestamente Tutmosis IV, cuando se tropezó con ella en el desierto –y no fue ningún sueño que éste tuvo, en todo caso seguramente idea descansando a la sombra de aquella monstruosa cabeza- esos 20 metros de alto por 57 de largo de “imagen viviente”, Shesep anj? Y pensemos en Napoleón que igualmente la encontró en el desierto tras 1820 años solamente semienterrada, entendiendo que el abandono en esas construcciones, complejo de las Pirámides, provino desde la muerte de Cleopatra, fin del Imperio egipcio aproximadamente unos pocos años antes del inicio de nuestra Era. 1820 años transcurrieron para producirse únicamente un semienterramiento. ¿Más de dos milenios hubieron de sucederse entonces para que las arenas la cubriesen hasta la cabeza como la encontró, supuestamente Tutmosis IV el del famoso “sueño”? Creo que está claro que para nada construyó ningún faraón hipotético llamado Keops, o sea llamado con el mismo nombre que ya figuraba en la Gran Pirámide (Keops, Kueps como llamaban los egipcios a un pueblo superior desaparecido), y que vivió 1.159 años antes de Tutmosis, ni la Esfinge, originaria de tiempos prediluvianos (se ha constatado que la erosión de la piedra de la Esfinge fue debida a lluvias torrenciales y no a arenas de desierto. Lluvias torrenciales ocasionadas por el cambio climático que supuso el salir del periodo glacial último y la inmersión por las aguas de amplísimas zonas costeras, donde estarían ubicadas las civilizaciones primeras, o primera civilización que fue tragada por la catástrofe), y menos la Gran Pirámide. Y no porque algún liante historiador griego, muy amantes éstos de tergiversar todo lo que les convenía o su conocimiento no alcanzase (Igual que hicieran con la desaparición del imperio minoico provocada por la barbarie de sus pueblos helenos ensañándose con lo que quedase en pie de aquellas gentes tras la catástrofe del volcán de Thera y los sunamis que provocó barriendo la isla de Creta) cual Herodoto, declarase que aquel faraón la construyó incluyendo la irrisible historia de la hija de Keops prostituida por éste para así recaudar fondos con los que acabar de construir la pirámide, va a ser eso verdad. De risa. Pero no la historia según Herodoto, sino toda la historia que sigue basándose en semejantes fuentes.

De ese faraón, Keops, supuesto constructor de la Pirámide, se dice que fue venerado como un dios después de su muerte. Pero hasta en esto, una piensa que seguramente fue venerado antes, o que la veneración fue lo único que existió, o que posiblemente fueron dos entidades distintas aquel faraón y el “dios” que le antecediese y con el que se le identificase, seguramente ningún dios sino seres superiores de una civilización anterior hundida por la catástrofe del deshielo y que la barbarie de los pueblos periféricos a ella acabó con sus restos, sobre todo si milenios echados a ese horror sin nombre consentido por los cielos de hacer desaparecer algo mejor para que la bestialidad, al ejemplo de lo que sucedió con Thera y el pueblo minoico, sea lo que quede en su lugar, bárbaros helenos o bárbaros egipcios asimilando lo que les convino y haciendo desaparecer a lo demás. El mismo comportamiento depredador que seguimos luciendo desde entonces, nuestros primeros padres, hordas de bárbaros que terminaron de asolar una verdadera cultura, dejándonos la violencia y la tergiversación de todo aquello que ayudaron a desaparecer como “cultural” herencia.

La esfinge y los cuatro elementos
El agua te erosionó ya desde hacía seis mil años, hecha de tierra-piedra caliza, y el fuego y el aire de las arenas te cubrieron, cuando un faraón construyó según lo que asomaba de la gran Pirámide que te acompañaba, una pirámide remedo de aquélla y después su hijo otra menor, y otras menores para sus esposas. Y seguramente éstos serían, y no Tutmosis IV, ellos, Kefrén y su padre, se llamase o no Keops, los que retirarían las arenas, o ya se venían retirando desde el Nemrac primer faraón, gracias o por los tesoros que iban descubriendo y de apropiarse de los mismos, de pastores y labriegos rudimentarios convertidos en depredadores sangrientos, pasaron a faraones ya definitivamente sanguinarios por otros tres milenios.
Shesep aj, “imagen viviente”, la de la inteligencia en los ojos, hermosa belhit, los ojos que vigilan, ojos que vigilan que de nada te sirvieron si te depredaron y contigo a las auténticas manos que todavía quedasen con vida de los que verdaderamente te construyeron; hermosa belhit que te quisieron confundida con Belial o Abu-el-Hol, ese padre o abuelo del terror (terror quizá por la catástrofe que presenciar debiste, o los que así te llamaron supieron que presenciaste) guardas un misterio tú cual el de los cuatro elementos nucleótidos que nos componen si a los aminoácidos.

No dejemos de soñar con el triunfo de la inmortalidad, fuese solamente para que esta suma de injusticias monstruosas desde tiempos prediluvianos y catástrofes aún más monstruosas tengan algún día contestación, reparación, Ninti restituyendo, Némesis vengando, sea de la torpe naturaleza, crueldad de dios, maldad y torpeza de miserables humanos.

No dejes de soñar, Carmen, en eso, la inmortalidad del triunfo, pues el día que lo hagas estarás muerta. Y muerta del mismo horrendo modo que aquella, seguramente existió, mejor civilización que precediera a cuantas torpes de las cuales hoy descendemos. Muerta del mismo modo horrendo que cualquier civilización planetaria en cualquier planeta de la galaxia o del Universo puede ser barrida en un instante por cualquier catástrofe cósmica sin que ni polvo quede de su existencia.

Crueldad de crueldades
que podemos ir sorteando
que nos destrocen el alma
únicamente soñando.
Soñando que llego ahí al lugar que me impedís, impide la humana mezquindad y su vaguería implícita, ese instinto carroñero que aprovecha el mal de otros para medrar, soñando que llego ahí y que tomo lo que me es mío, lo que ya me gané a pulso desde tantos años ha. Soñando que veo desaparecer a todos los carroñeros y a su dios de mezquindad o a la torpe y desmañada naturaleza necesitada de tantas reformas y a los que pudimos meterla en cintura, incluso desde hace milenios, se nos mató.

Se te mató y estás soñando. Soñando que llego ahí. Sobresaliente en tesón.
Pobre Belhit, su cabeza sacando de todas las arenas de todos los desiertos no queriendo que le entierren sus inteligentes vigilantes ojos.


Que es una mujer como nuestra dama de Elche, no cabe duda. ¡Qué Kefrén retratado, ni qué Keops su padre construyó la Gran Pirámide! Tesón ante el abandono, tesón ante la barbarie. Mutilada. Y desde luego que por más que cuatro elementos.
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