A alguien en este mundo, estos años, yo inspiré en sueños: La última palabra para amar es amor, pues la primera fue siempre JUSTICIA

"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

Solo soy pura rebelión, vino a decir... aunque no sola estás

Vos no está sola. Y esta rebelión se hará. Y no desde la soledad. No desde cuatro gatos somos y por eso nos pisotean. ¡Una ola de Rebelión vendrá que tambaleará los cimientos podridos de estas sociedades!

jueves, 3 de junio de 2010

Y los marcadores de la muerte dejaron de sonar

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Todas las sustancias químicas tienen su sonido, igual que su color. Esto es ciencia, o ciencia que yo hago ahora mismo.
Y ante este marcador,
los platillos con los preparados, genes que activan el envejecimiento, genes que no -todo lo que produce oxidación, todo lo que recombina- Los primeros emitiendo un sonido penoso inaceptable al oído, los segundos una extraña armonía…
De repente y al contacto de una determinada dosis de colchicina… Los “marcadores de la muerte”, así llamados los que producen los temibles radicales libres, dejaron de sonar.
¿Perdieron su poder oxidativo? ¿Perdieron su identidad, su capacidad de producir los temibles oxígenos que queman y destruyen la vida?

Hay que recordar la relación causa-efecto aquí:
No fue el oxígeno lo que produjo la vida,
sino que aquél fue un producto de desecho de ésta. Producto de desecho que permitió a la misma vida evolucionar, oxígeno no sin dejar de ser producto de desecho dispuesto a cargarse a aquello que ayudó a salir de la charca primigenia, ¡aquello mismo por lo cual él es parte importante de nuestra atmósfera! No sé el aire que se respirará en un supuesto estado inmortal, si es que existe, ¡y hasta si sea aire eso que se respirará! Pero hemos de declarar nuevamente la majestuosidad de la vida creándose ella desde la nada ¡y hasta creando su propio medio!


Creo que es irrelevante aclarar la procedencia onírica de “Y los marcadores de la muerte dejaron de sonar”.

No emiten sonido como muertos, o como posibles causantes de lo mismo o la disolución; mas no emiten sonido como vivos. No emiten ningún sonido…
Y esto me duele. Pues yo creo a éste, sonido, capaz de haberlo creado todo, más que la famosa luz, ser ello la partícula elemental por excelencia. No es que piense en ningún dios sacando de su voz todo; no es que dé por sentado que “en el principio fue el verbo y todo se hizo de él y sin él nada se hizo”…. Pero algo muy similar. Creo en la Palabra, en la que se rubrica con sangre y correcta imaginación. Pues todas las ideas que aportarse puedan a algo que nos atañe a todos, no debieran juzgarse válidas o no por unos cuantos inútiles, tantos ¡o todos! mantenidos ahí por los estados a los que sirven, al frente de esos organismos antidemocráticos y anti verdadera cultura que son las editoriales.



A 2010
Lo que creo irrelevante, por lo amargo que me resulta, no es la procedencia onírica de esta página, sino rescatar este libro que, como todos los míos, se quiso muerto por la brutalidad social que fue lo único capaz de responder a mi vida, mis esfuerzos, mis sí o no ensoñaciones, ¡o Verdades más sólidas y amplias que templos!
…Seguiré rescatándolo. Pero lo dicho: No sin una profunda amargura.
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